Hace
diez millones de años. Un mono extraño está a punto de nacer, algo distinto a los demás. Sus
padres viven en los árboles, duermen en las ramas por miedo a los predadores
que merodean por el suelo. Pero él no, él no vivirá como ellos. Dejará los
árboles y se levantará sobre sus patas traseras. Su audacia le empuja a
explorar el mundo de abajo. Tiene que descubrir otra forma de vida. Llega el
primer prehumano y va a cambiar la faz de la tierra.
Los
simios de la sabana se encuentran en peligro de extinción. Los distintos clanes
diseminados se reparten los pocos árboles que quedan y se aferran con
desesperación a los últimos recursos de la vida arborícola. Pero la vida en los
árboles es una trampa: se pasa hambre. Hay que bajar o morir. El primero de los
nuestros nacerá en estas difíciles condiciones. Sus padres no tienen con qué
alimentarle. La sabana se abre hasta el infinito llena de peligros. El primero
tiene miedo. Podría renunciar, pero le posee un extraordinario instinto de
supervivencia. Ninguno de sus antepasados lo había hecho antes. Correrá un
enorme riesgo. Su desgracia le empujará a hacer un descubrimiento prodigioso.
El primero mide 1´30 y a cuatro patas sobre la sabana no sabe dónde va. Tiene que
levantarse sobre sus patas traseras y entonces ve, puede ver, puede observar.
Pero si quiere desplazarse, vuelta a empezar. Su posición le impide ver.
Entonces tiene una segunda intuición: avanzará, pero de pie el mayor tiempo
posible.
Ya está, ya está: ya es bípedo. No es una actitud
natural para un simio, pero funciona. Ahora ya no es un mono. Se llamará
Orrorin. Los primero pasos le dan seguridad; quizás hasta sienta el placer de
la novedad. Desde ahí arriba, Orrorin se siente más grande, más fuerte, y puede
ver a los suyos desde lejos. Empieza la larga marcha. Orrorin confía en su
intuición. Tiene que encontrar comida y un nuevo refugio, pero pronto aparece
el cansancio. Se le cargan las piernas; con esta forma de andar le duelen los
músculos de la espalda. Tiene que pararse con frecuencia para recuperar
fuerzas. Inevitablemente, unos colmillos afilados están al acecho, listos para
devorar a cualquier ser débil o aislado. Serán nuestra peor pesadilla durante
todo el camino. En estos tiempos salvajes la vida pende de un hilo. Nadie sabe
realmente cómo defenderse de los predadores; cada uno se salva como puede. La
familia de Orrorin perderá a muchos en el camino, durante el día y también
durante la noche. Pero no importa: mientras sean lo bastante numerosos como
para reproducirse, la especie continuará. (La
Odisea de la especie)
http://www.youtube.com/watch?v=FeB66mhb0cM
Y digo yo que le han puesto el nombre de orrorin por el horrorin de vida que llevó no??? ja ja ja
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